Capítulo I
Presentación de Miguel
El
calor en Houston era intenso, el final de la primavera con sus 97° - 100° Fht.
diarios, nos avisaba que un tremendo y sofocante verano se aproximaba.
Había
acondicionado mi estudio en el garaje, pero la única ventilación de que
disponía, eras las dos pares de puertas que se abrían hacia afuera con bisagras
y un viejo y potente abanico que un vecino caritativo me había prestado.
Ese
día dormitaba agobiado por el calor, tratando de escribir en mi computadora, ya
que pintar o hacer otra cosa, era imposible. En mi somnolencia, vi la presencia
de un personaje extraño y maravilloso, tenía la apariencia de un hombre
mediano, quizás en sus 50's como yo, pero de una altura superior a los 6' y de
una complexión robusta. Su cara era jovial y atractiva, sus ojos eras de un
azul intenso que me recordaron a los de mi madre; su pelo entrecano, de un
brillo plateado, le daba un aire distinguido de profesor universitario, su ropa
era sencilla, casual diría yo, aunque usaba camisa ligera de manga larga. Nunca
vi cuando entró en la propiedad, cuyo portón permanece abierto durante todo el
día, solo sé que entró de improviso en mi taller y aunque no acostumbro a
recibir visitas, tampoco me es raro no tenerlas en la casa. Se presentó con una
amable sonrisa y me dijo al entrar: “Soy
Miguel. ¿Es usted Vicente? ¿El artista?” Un poco turbado, le conteste que sí, preguntándole a la vez quien lo
había enviado. Como queriendo penetrar en mis pensamientos, y calmar mis dudas,
me sonrió y me dijo: “Es una larga
historia. He sabido que estas escribiendo un libro y he venido para ayudarte.
Déjame ver”. Y acercándose una
silla, se asomó a mi computadora. “Me
agrada el título de tu libro”, "Pastorela sin Final", “aunque va a
ser un poco difícil traducirlo con el mismo sentido que tiene en el contexto de
la historia como Cántico de los pastores”.
Era
verdad, su espíritu religioso y sobre todo, el surrealismo maravilloso y la
forma empleada por los franciscanos para penetrar en la mente y los corazones
de la gente, hacen muy difícil su traducción literal, por lo que sabedor de que sus palabras eran una crítica
al título tentativamente propuesto para mi libro, le contesté: “Sí, los franciscanos tenían un gran
sentido del humor, sobre todo cuando se trataba de un tema acerca del
diablo”. San
Francisco exhortaba a sus compañeros a no temerle por sus amenazas o acciones
en contra de ellos, pues el terror le engrandece. Dios le daba el poder y cuanto
hiciera contra ellos, Dios se lo permitía. Solo había que temerle cuando
trataba de alejarlos de su amor. Por eso cuando oía las burlas y carcajadas de
los frailes, el demonio prefería alejarse corriendo presuroso. La alegría que
brota del corazón y la presencia luminosa de Jesús en los rostros de sus
presuntas víctimas, suele desarmarlo y le hace huir como un cobarde. “Lucifer”, prosiguió; “era un Ángel ¡poderoso y bellísimo! El
preferido de Dios, quien lo sentó a los pies de su trono y lo llenó de gran autoridad.
Yo era un Ángel de la octava jerarquía del coro de los Ángeles.” Al decir esto, mi corazón dio un vuelco,
Él se estaba identificando como Miguel, “¡El
Arcángel Miguel!”
Sonriendo, me toco con su mano y al instante me tranquilice, después de esto,
prosiguió con su relato. “El
Paraíso en el cielo, es un lugar lleno de luz, una luz maravillosa que nace del
mismo lugar y que parece inundarlo. Esa luz nos llena y nos conecta a su
fuente. Nueve coros o especies de Ángeles lo habitan y su número suma millones
y millones, tantos que podrías contar los habitantes de la tierra desde que
esta existe hasta cuando deje de existir y aun así su número la sobrepasaría
con mucha ventaja”. El
espíritu es lo contrario a la materia, por lo tanto la relación que descubrió
Einstein entre “Materia-Tiempo-Energía” nunca podría aplicarse para explicar la
naturaleza de sus cuerpos de luz. Los Ángeles no están supeditados a la materia
ni al tiempo; por lo tanto, la energía que los mueve, es diferente a la
producida por esta relación. “La
Materia es como un espejo de energía supeditado al tiempo que fue creado por
Dios como una ilusión. Continuó
con su relato, “por eso, lo que tus sentidos te comunican, es lo
que no es. Lo que no percibes, es lo que verdaderamente existe. Recuerdas la
expresión de Shakespeare; "Ser o no ser". Él intuía esta verdad aunque no la entendía;
ustedes son el pálido reflejo de esa verdad,
ustedes son la imagen del verdadero ser que pertenece a esta otra
dimensión. Lucifer no sólo era bello y poderoso, sino además reflejaba el amor
de Dios en una forma excepcional, por eso su luz era la más intensa y su
belleza la más perfecta entre los Ángeles”. Al
rebelarse contra Dios, develo este espejo al cual fue lanzado y todas sus
cualidades y virtudes fueron invertidas. Su luz intensa se convirtió en
oscuridad absoluta, su belleza se hizo repugnante, su amor se convirtió en
odio, su conocimiento divino se convirtió en sabiduría humana y su vida se ha
convertido en muerte al ser encadenado a las leyes de esa relación descubierta
por Einstein. Si..., Lucifer fue la más grandiosa de todas las criaturas, el
más alto en jerarquía de todos los espíritus de Dios. Él se reveló a su
autoridad y con ello develo la maldad creando el pecado que no solo ofende a
Dios sino que lo separa de él. Muchos de los ángeles de los que fueron creados
(una tercera parte según la tradición)
se rebelaron con él. Fué una guerra terrible, donde mentes y voluntades se
enfrentaron en forma intensa y apasionada, con todo su poder, con toda su
fuerza. Continuando me dijo: Tal
vez ustedes no lo comprendan, pero solo el "big bang” explosión ocurrida
hace 10, 000, 000, 000 de años y que los científicos aseguran dio origen al
universo, se puede comparar a esta energía confrontada.
No supe si siguió platicándome y aburrido de mi
somnolencia, se levantó y se fue. En verdad no sé si su presencia fue solo en
mi sueño pero al volver mi atención a mi computadora y revisar lo escrito, pude
ver al final del mismo una frase que me dejo reflexionado...
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