Monday, February 6, 2012

Capítulo VIII- Am Tuat-Libro Del Infierno



Pasaron varios días en constante espera de una nueva visita del Arcángel Rafael. Yo continuaba con mi trabajo habitual de mi taller.
El placer de pintar, producía cierto descanso a mis tensiones emocionales que si bien son necesarias para producir una obra artística, son éstas también las que hacen del trabajo artístico, un trabajo agotador.
Una noche en que mi cuerpo reclamaba un gran descanso pero que mi mente se resistía a dejarse vencer por el sueño, haciendo que mi pobre cuerpo se revolviera en la cama dándose vueltas y vueltas mientras unos ojos abiertos seguían mirando más allá de mis pensamientos hasta que por fin y sin saber cómo, perdí la noción de la realidad y quede profundamente dormido, "dormido" por decirlo así, ya que en realidad desperté en mi sueño. Lo primero que contemple, fue la figura sonriente de Rafael, que miraba fijo hacia el horizonte. Era un amanecer maravilloso, reflejado en las tranquilas aguas del Nilo. A lo lejos pude distinguir el valle de los reyes mientras que en la orilla opuesta, se levantaban las ciudades majestuosas de Luxor y Karnak. Tratando de concentrarme lo más posible en mis preguntas, lance la siguiente a Rafael.¿Por qué el libro de los muertos era tan sagrado para los egipcios?”
Cerrando sus ojos como queriendo reconcentrar sus pensamientos me dijo: “El objetivo de todos los libros del “Otro Mundo” conocidos, era proveer al muerto con una guía o manual que contenía una descripción de las regiones por las cuales sus almas tendrían que pasar en su camino hacia el Reino de Osiris.” Fue hasta el 2500 AC en que los artistas empezaron a representar este libro, dibujando en las paredes de las tumbas, no solo los textos y oraciones además de sus conjuros y palabras mágicas que incluían el nombre de los dioses, sino también, dibujaron las acciones, lugares, y personajes (hombres y dioses) que protagonizaban estas historian que conformaban la religión egipcia. Al final de la XIX Dinastía, 1200 AC todos los libros principales relacionados con el TUAT, estaban profundamente ilustrados en tumbas reales”. “Cada división del TUAT estaba claramente descrita, cada portón con sus respectivos guardianes y todos, vivos y muertos podrían aprender de ellos, no solamente de sus nombres sino también de sus formas”. En tiempos primitivos, cada gran ciudad de Egipto poseía su libro. “En el principio del periodo Dinástico, el culto de Osiris era extremadamente popular y por consiguiente, un gran número de gente en Egipto creían que sus almas después de la muerte, irían al reino en el otro mundo o "Más Allá" en el cual reinaba este dios”.
Muchas de las supersticiones acerca de sus dioses y de sus sobrenaturales poderes, estaban contenidos en la colección de textos llamada “Per-En-Hru” y los principales libros en boga durante la XVIII y XIX Dinastía fueron: El "Per-En-Hru" (El Libro), El "Shat-Ent-Am-Tuat" (El libro que está en el Tuat o infierno), El Libro de los Portones (Una interpretación Tebana del libro de los muertos), El libro de “Am-Tuat” en la forma en que es conocido en esta época, fue realizado por los sacerdotes de la comunidad de Amen-Ra en Tebas y trata de demostrar la supremacía del poder de Ra sobre todos los dioses en el Pet-Ta-Tuat (Cielo-Tierra¬-Infierno) de los egipcios. Ciudades famosas por sus libros fueron: Abydos, Memphis, Mendes y Heliopolis. Continuando con su relato me dijo:Uno de los dogmas o creencias de Fe más importantes de los sacerdotes de Amen-Ra era de que todos aquellos que aseguraran un lugar en la divina barca del dios, podrían anhelar atravesar el Tuat sin daños ocasionados por los dioses monstruosos e infernales que reinaban o cuidaban de las innumerables regiones y portones que tendrían que atravesar para cruzarlo y reunirse con Osiris en su sala de juicio, en el cual recibirían su recompensa o castigo después de que su corazón  fuese pesado; La necesidad de una conciencia de pecado y arrepentimiento y una vida de buenas obras, no eran indispensables para ser admitidos en el reino de Osiris, en el último periodo dinástico, el libro de los portones opina todo lo contrarios al decir: "El hombre debe alejarse de sus miserables pequeños dioses y vivir una vida recta y justa para anhelar vivir por siempre en el reino de Osiris y alimentarse diariamente del trigo celestial que brota de su cuerpo, el cual es eterno." Aquellos que no creyeran en el gran dios o no le hicieran ofrendas, serían cortados en pedazos por divinos mensajeros y sus cuerpos, almas y espíritus serian consumidos en el fuego, una vez y para siempre.
Los Egipcios, no creían en el purgatorio; en todos los libros de “El Otro Mundo” se encuentran pozos de fuego, abismos en tinieblas y arroyos de agua hirviendo. Alimañas, serpientes, criaturas monstruosas con cabeza de animales o viceversa, animales con cabezas humanas, todos ellos similares a los que encontramos en el cristianismo primitivo y en la literatura medieval, por lo que se le debe a la religión de los egipcios, muchos de los conceptos del infierno. Prosiguiendo en su relato me contó:AI final de la VI Dinastía, el sistema solar teológico promulgado en el bajo Egipto por los sacerdotes de Heliópolis, empezó a ser usado en el alto Egipto. Los reyes de la VII y VIII así como los de la III, IV y VI Dinastía, vinieron de Memphis, pero su poder no fue muy grande y no construyeron pirámides para tumbas”. “Los reyes de la IX y X Dinastía, fueron Herakleopolitanos y la influencia religiosa de los sacerdotes, se extendía hacia el sur, forzando a que muchas de sus leyendas y creencias mitológicas, fueran aceptadas”. Con el florecimiento de los príncipes de Tebas, creció un nuevo linaje de reyes que adoptaron el nombre de Menthu-Hetep. Después de la muerte de Amen-Em-Hat, quizás el más grandioso faraón de la XII Dinastía, el país entero cayó en una gran confusión y los reyes de Tebas dejaron de ser los amos de todo Egipto. Con el resurgimiento al poder de los reyes de Tebas que formaron la XVIII Dinastía, después de los reyes de Sois en el Delta y del reinado de los reyes pastores de los Hyksos; el culto a los dioses y a los muertos, alcanzo proporciones nunca antes vistas en Egipto. La deidad principal de Tebas fue Amen (el escondido o el desconocido) y templos dedicados a él fueron levantados en Karnak y Luxor. Amen-Hetep I, sucesor de Aahmes I, creo el famoso colegio de sacerdotes de Amen.
Amen fue menos material que la mayoría de los viejos dioses, pero se vieron obligados a respetar y a tolerar la creencia universal de Osiris, juez, rey y dios de la muerte. Mientras que los seguidores de Osiris, aspiraban a una vida placentera, similar a la terrenal, es decir, comiendo, bebiendo y haciendo el amor con sus concubinas así como disfrutando la presencia de parientes y amigos, los seguidores de Amen-Ra buscaban asegurar su lugar en el bote del Dios del Sol, "La Barca de millones de años" para navegar en el firmamento con su dios cada día y disfrutar de la vista de la tierra en la cual vivieron y bajo su poderosa protección, pasar a través de las regiones de tinieblas por la noche y emerger en el cielo, después de renacer cada día. En cuanto a la comida para alimentar sus almas beatificadas, esta consistía en las emanaciones del Dios Ra, de acuerdo a los sacerdotes de Amen-Ra. Sus tumbas parecían representar el reino de la muerte, las paredes estaban decoradas con el libro de “Am-Tuat”.
“Muchas de sus creencias parecían ser del tiempo cuando los egipcios eran totalmente salvajes; Numerosos dioses y seres mitológicos cuyos nombres no son encontrados en ninguna otra parte de la literatura egipcia, son mencionados en este libro. Amen-Ra no solo era la cabeza de los dioses en el cielo, sino de la tierra que había creado, también de los dioses de la muerte y señor de todos los seres que estaban en el infierno”. Una completa obra ilustrada del libro de los portones, fue inscrita en el sarcófago de Seti I, el cual creía que la salvación se lograba mediante la magia y la religión.
El libro de Am-Tuat prácticamente ignora a Osiris y calla en lo concerniente a las doctrinas de los juicios. El Tuat no debe de ser visto como el Hades, Infierno, Sélo o Jehama, todas estas palabras tienen un significado especial, pero el Tuat posee las características de todos ellos, donde los enemigos de Osiris y Ra eran destruidos. La palabra debe de ser entendida mejor como "El otro mundo" o "Más allá" porque los egipcios nunca pensaron que pudiera estar debajo de la tierra como es el caso de los sumerios. El reino celestial de Osiris, “Shekel-Hetepet” o “Sekhet-Aaru” era copia de una región muy fértil en el delta. El paraíso de los egipcios, consistía en tierras fértiles cruzada por arroyos y con abundante trigo y cebada. El objetivo de cada hombre era obtener un lugar para viajar al Tuat en el barco de Ra. Los seguidores de Osiris podrían desembarcar al llegar a su reino y aquellos que desearan permanecer con Ra por siempre, lo podrían hacer. En los tiempos en que las pirámides de Giza fueron construidas, se pensaba en la existencia de dos barcas. El MATET en que el dios-sol navegaba al amanecer y el SEKTET, para navegar después de la puesta del sol.
En la montaña de Manu o monte del atardecer, se reunían los espíritus para caminar al oeste de Tebas donde abordaban el bote del dios-sol. Los que poseían sus amuletos y sabían las palabras mágicas, aseguraban su lugar en el bote, otros menos afortunados, permanecían en ese lugar y nunca aspiraban a entrar al reino de Osiris o al bote de Ra. No sufrirían si se protegían ellos mismos lo mejor que podían, usando las palabras mágicas que supieran hasta que fueran aniquilados por algún ser hostil, entonces sus espíritus ocuparían su lugar entre otros espíritus que fallaron en presentarse en el salón de Osiris para juicio. “Recordaras”, me dijo,  “que los sacerdotes de Amen-Ra tratan de mostrar a su dios, como el Señor de todos los Tuats de Egipto, incluyendo a Osiris y todos los justos dependen de la luz y la comida que reciben de este dios a cambio de los servicios que le han prestado”. Los antiguos egipcios seguidores de Osiris, creían que el Tuat era un lugar de tinieblas, hambre, sed y miseria y finalmente un lugar de muerte. No creían en el Purgatorio ni en el castigo eterno y Vivian hasta que sus amigos y parientes en la tierra les hicieran ofrendas en su beneficio. Resumiendo, diríamos que los egipcios tenían dos "paraísos" diferentes pero ambos con una verdad revelada por Dios siglos más tarde. La primera, era una vida eterna en el bote de millones de años al lado de Ra, alimentándose de sus emanaciones de luz. “Esto te recordara lo dicho por Miguel al principio de este libro, al hablar que los Ángeles somos seres de luz, la cual tomamos directamente de Dios y es la que nos da la vida”. “Esta verdad fue dada a conocer a los egipcios por los ángeles rebeldes, aunque en forma torcida pero después de todo, una gran verdad, pues es esta energía, proveniente de Dios, la que da vida a todas sus criaturas del universo espiritual y del universo material (esto te será explicado con más detalle cuando toques el tema de la clonación)”. “Las tinieblas que envuelven a los condenados, sean estos hombres o ángeles rebeldes, son las que causan su aniquilación”.
“La segunda es con relación a Osiris, y habla de que los fieles, se alimentan del trigo que crece del cuerpo de Osiris, esto nos hace pensar en el conocimiento que los demonios tenían de la Eucaristía o pan de vida que contiene el misterio de Fe de este Sacramento aunque sus mentes no alcanzaron a entender este misterio”.
“Pronto desembarcaremos en Tebas, donde conocerás a un Príncipe egipcio del cual yo soy uno de sus maestros, la historia lo conocerá un día y va a ser revelado un gran secreto a su tiempo cuando la ciencia descubra el secreto de su muerte y su DNA”.
En eso una barca ricamente adornada, con hombres que parecían guerreros, se aproximaron a nuestra barca y nos pidieron que los siguiéramos hacia un lugar ya escogido para desembarcar.
Cerrando mis ojos, pude sentir el agradable calor proveniente de los rayos del sol que acariciaban mi cuerpo y mi mente voló al pensamiento de los egipcios que tenían a Ra como su dios y que tal vez estaba relacionado con esta sensación placentera que yo experimentaba y concentrando mi pensamiento en Jesús, trayendo a mi mente mis experiencias espirituales con Él, principalmente en momentos posteriores al Sacramento Eucarístico en el que había experimentado su presencia dentro de mí, pude sentir ese calor Divino alimentando mi alma.

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